El arte textil es quizás la manifestación artesanal más importante del Perú. Juan José Vega, en su mencionado libro póstumo “Historia y tradición: Ayacucho, Cusco y Puno”, nos manifiesta lo siguiente:
“Los antiguos peruanos realizan las piezas más asombrosas de la manufactura textil de todos los tiempos. Destaca la de Paracas, aunque es menos conocido el hecho de que allí el Perú alcanza una marca mundial; en uno de los mantos, rico en tonalidades, la conocida especialista, Lita O’Neil pudo reconocer 190 colores y matices, variedad inigualada en la historia mundial del arte. Por otra parte, el famoso investigador JuniusByrd logró contar 398 hilos por pulgada en un finísimo manto de la cultura Chincha.”
Es así que los textiles incaicos tuvieron una proverbial riqueza, considerados entre las grandes maravillas de la antigüedad. Se tejió en casi todo material que había a la mano: con pelo finísimo de vicuña, de llama, de alpaca, vizcacha, murciélago, con plumas, con chaquira de cobre, de oro y de plata. Incluso con cabellos humanos.
Sobre estos ropajes incas, el cronista Martín de Murúa describe algunos que cabían en un puño de puro finos y añade que los más notables eran los que mezclaban plumaje multicolor, lentejuelas de oro y plata, así como diversas chaquiras sobre telas de vicuña. Por su parte, Cieza de León dice que muchos de esos “uncos” (túnicas) lucían “argentería y esmeraldas y turquesas y otras piedras preciosas”, todo bellamente dispuesto, con ese extraordinario gusto por la armonía de colores contrastados que todavía muestran los tejidos quechas en el Perú de nuestros días.
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